jueves, agosto 25, 2005

Te dorado

Sin fuerza, como si despues de una caminata larga, larga...
Con el sudor pegando sus cabellos en la cara, como un rostro desencajado y la sensación en la boca de agrio y sal
Hizó un esfuerzo descomunal por llegar a la cama, se recosto con el cuerpo molido, con la ropa del trabajo, apenas pudo quitarse el sombrero, se envolvió entre las sabanas de manta azules.
La tarde fría y gris... Buenas sugerencias para irse con ellos ¿a dónde... Si el viento está en reposo también, a dónde... Si las sensaciones de hielo te acusan siempre, a dónde.... ?
En eso llego el león que dorado lo cego por unos instantes, llegó brincando la ventana se colocó a los pies de la cama y preguntó:
—¿quieres te?
—¿te?