miércoles, julio 27, 2005

La Guerra

La llama que abrasa escurre de tu boca y escupes.
Las flamas que ciñen ahogan.
Has quemado muchas pieles y también muchas palabras.
He visto la casa donde moras volcarse por gritos... Son los invitados que han sido estafados... Pues les has quitado lo que en ellos has reconocido tuyo.
Tu casa que miro y parece de hierro, de hielo... el color es tan vago... He presenciado fantasmas que cruzan tu estancia, fantasmas negros que buscan el jardín que enterraste... Y que en las tarde sales a buscar porque tu deseas también descansar, pero ¿qué haces con minas, con eter, con picos y mazos, con escupitajos y gas?...
He interrumpido mucho tiempo mis lecturas porque no sé que impreciso punto hizo que fueses mi fronterizo límite... Tan fácil que es correr las percianas, cerrar la ventana, subir el volumen de la música o mejor apagarlo y volver al ensayo de Destierro...

Mi fronterizo límite:
No me basta con tu pútrida convicción personal haciendo mal uso de la mejor ley: La paz