martes, junio 14, 2005

Dictado a la araña

—Escucha bien. Escribe su nombre, copialo de ese libro, sí, el la primera página...sí, es el único nombre que hay, claro...dos puntos.
Quiero decirte que... deseo escribirte una carta... pues ya no puedo soportar más la sombra de esta celda, sombras verticales negras caen sobre mí, partiendome en cuatro o cinco formas rectangulares... todas de mí, como si sacásen cinco copias de mí y esas copias se desperdigan como ecos.
No quiero escribirte y delatarte, tampoco deseo provocarte malestar. He sentido más que nunca ahora el asco de la traición, el absurdo narcisismo de algunos que ponen su mano para que les dés de comer su ego y a la vuelta pisotean tu nombre, he sentido tanto dolor ahora ¿sabes?. Pienso en tí...
—en ti
He estado mirando al verdugo, ultimamente no dá tregua como antes cada vez que dormía o comía... quizá lo han dopado más que a cualquiera de los que estamos acá dentro... por tal motivo el plan ha tenido que postergarse...
—ha... tenido que... postergarse...
La vida...
—la vida
...
—A ver dámelo
—¿qué, por qué?
—damelo...
—¿qué pasa?
—...
—¿por qué...?

***

Derivado de:
El beso de la mujer araña, Manuel Puig