Él dijo:
Estamos concientes (desde hace mucho tiempo, digo) que una oligarquía neofascista se adueñó por entero de las instituciones políticas del país y están decididos a mantener y acrecentar sus privilegios, sin escrúpulos morales de ninguna índole. A esta minoría rapaz no le importan ni la tranquilidad, ni la estabilidad, ni el futuro de México, ni mucho menos el destino de millones de mexicanos que padecen necesidades y carencias, o que sobreviven en la pobreza y el olvido.
Ante esta realidad, fue acertado no sólo rechazar la imposición, sino renunciar a seguirles el juego del engaño, la farsa y la simulación, propios de la política tradicional mexicana.
Esto es lo que más les molesta, el que no entremos al molde; por eso vociferan que no somos una izquierda moderna, (incluso; que no existe la izquierda, dicen) cuando en realidad lo que quieren es que aceptemos negociar o transar con la voluntad popular.
Me han atacado sin tregua porque dije ¡Al diablo con sus instituciones! Pero no fuimos nosotros quienes las echaron a perder. Fueron “ellos”. Quizá debí ser más preciso y decir: ¡Al diablo con las ruinas de instituciones que nos quieren imponer, luego de envilecerlas y desmantelarlas!
Y yo digo: Al diablo el águila mocha y los mochos yunqueros (valga la redundancia).
Ante esta realidad, fue acertado no sólo rechazar la imposición, sino renunciar a seguirles el juego del engaño, la farsa y la simulación, propios de la política tradicional mexicana.
Esto es lo que más les molesta, el que no entremos al molde; por eso vociferan que no somos una izquierda moderna, (incluso; que no existe la izquierda, dicen) cuando en realidad lo que quieren es que aceptemos negociar o transar con la voluntad popular.
Me han atacado sin tregua porque dije ¡Al diablo con sus instituciones! Pero no fuimos nosotros quienes las echaron a perder. Fueron “ellos”. Quizá debí ser más preciso y decir: ¡Al diablo con las ruinas de instituciones que nos quieren imponer, luego de envilecerlas y desmantelarlas!
Y yo digo: Al diablo el águila mocha y los mochos yunqueros (valga la redundancia).
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